Su iglesia es el monumento arquitectónico más importante de la comarca. Es de estilo mozárabe, del s.X. Tiene dos ermitas, la del Cristo del Humilladero y la de Cristo de Santas Martas, y un antiguo convento de religiosas dominicas del s.XIV.
Situada en el centro del pueblo, está compuesta por tres naves, la central más ancha y alta que las laterales, separadas por columnas que soportan bellísimos arcos de herradura. Posee además un rico artesonado mudéjar policromado de madera, un cimborrio en el crucero, un ábside en cabecera y un contraábside a los pies. En el interior guarda una Piedad del siglo XIV y una Asunción de alabastro de Inocencio Berruguete. Todo esto, la convierte en uno de los edificios más impresionante de la provincia. Y para verlo, no hay nada más fácil como acudir en verano a la Oficina de Turismo de la localidad y en cualquier época del año, contactar con el Ayuntamiento.
Para continuar con nuestra visita, contemplaremos el ex-convento de las Dominicas, construido en el siglo XIV en estilo gótico.
El resto de la localidad, destaca por su encanto rural, sus casas de piedra, adobe y tapial, sus calles en muchos casos estrechas y su ambiente apacible.
El momento de mayor apogeo llega con las fiestas, en honor de San Cipriano (obispo de Cartago muy querido por los mozárabes y que por derivación dio lugar al nombre del pueblo, Cebrián) que se celebran el 16 de septiembre, donde según el año, la celebración eucarística se desarrolla bajo el rito hispano-mozárabe. El resto, lo típico de cualquier localidad, verbenas, juegos populares e incluso una estupenda marcha con bicicleta hasta el Santuario de La Santa Espina. La otra fiesta, de carácter más modesto, se desarrolla el 15 de mayo, San Isidro.